LA BATALLA DE
TUCUMÁN - Recursos para Docentes
Hoy salió esta
nota en el diario La Gaceta sobre un texto de José María Posse y que tuve el
honor de ilustrar. Ambos pertenecemos al Equipo de Historia y Cultura de
Tucumán que coordina Gustavo Cortes Navarro - DAT, Dirección de Asistencia
Técnica del ministerio de Educación de Tucumán
Recomiendo
conseguir el diario porque esta página completa con un excelente diseño, es un
recurso para los Docentes sobre la Batalla de Tucumán, ya que puede debatirse
en clases o poner a modo de periódico mural para que los alumnos lean la
noticia, como si fueran los antiguos bandos pegados en los árboles de una
plaza.
Comparto la nota
en tres partes que también pueden imprimir, unir y exponer en clases.
Una de las
sugerencias didácticas: ser “reporteros de la época”, luego de leer las
noticias, dibujar unas viñetas, hacer ilustraciones sobre escenas de la Batalla
de Tucumán, tomando como ejemplo las viñetas que parecen allí.
Aquí abajo está
la nota con el texto completo para copiar y el link directo al Diario La Gaceta.
DE LA ENCRUCIJADA
A LA BATALLA DE TUCUMÁN
Dos sucesos que
salvaron la Revolución (Segunda Parte).
La Histórica
Desobediencia:
El general Manuel
Belgrano, sin duda alguna había reflexionado mucho los días anteriores a la
batalla sus acciones. Sabía que seguir retrocediendo era traicionar a los
pueblos que se habían pronunciado por la libertad. Dejarlos a su suerte
significaba una derrota política inconmensurable para la Revolución. Conocía y
así se lo habían hecho conocer los tucumanos, que abandonarlos en esa hora
hubiera significado que los amigos de hoy serían los enemigos del mañana. Nunca
otro ejército porteño podría haber requerido el apoyo de los norteños en la
guerra contra España y sus súbditos americanos. Por lo tanto, decidió jugarse a
la suerte de las armas y triunfar o morir junto a aquellos hombres
determinados.
El 12 de
septiembre escribió al Triunvirato informándoles su decisión de desobedecer las
órdenes. Subraya su oficio con éstas palabras “Acaso la suerte de la guerra nos
sea favorable, animados como están los soldados. Es de necesidad aprovechar tan
nobles sentimientos que son obra del cielo, que tal vez empieza a protegernos
para humillar la soberbia con que vienen los enemigos. Nada dejaré por hacer;
nuestra situación es terrible, y veo que la patria exige de nosotros el último
sacrificio para contener los desastres que la amenazan”
Los preparativos:
A partir de ese
momento todo fue febril actividad para formar cuerpos de combate y conseguir
armamento.
La tarea de
regimentar un ejército de reclutas, darle una mínima instrucción militar,
fortificar una ciudad indefensa y levantar el temple de una población que, por
primera vez, veía a sus puertas el peligro de una batalla sangrienta, debió ser
una ardua tarea.
Bernabé Aráoz y
sus familiares estuvieron a la cabeza de los patriotas decididos en dar
batalla. El grueso de la tropa se compuso por las peonadas de sus estancias.
Aráoz puso allí de manifiesto su ascendencia entre los gauchos a quienes
convenció de luchar en una guerra que muchos, tanto en el campo como en la
ciudad, no terminaban de entender.
Un testigo y
protagonista de esos días, Gregorio Aráoz de Lamadrid, en sus Memorias relató:
…el gobernador Aráoz, acompañado del cura y vicario (por Pedro Miguel Aráoz), y
de otros ciudadanos fueron a la campaña y al tercer día presentaron al señor
general… hombres decididos los que fueron armados inmediatamente de lanzas y
aún de cuchillos que colocaban amarrados en lugar de moharras, los que las
tenían….”.
Se dispusieron
barricadas en las calles y fortificaron las azoteas, se improvisaron
escuadrones de lanceros que suplían experiencia y disciplina con decisión,
determinación y coraje. Armados con lanzas, facones campesinos, machetes de
diferentes dimensiones, boleadoras y lazos, se los puso a las órdenes de los
pocos hombres de armas que allí se encontraban. El Tte Cnel Juan Ramón Balcarce
les dio una instrucción básica, que serviría para los primeros momentos de la
batalla. Durante diez días, les había enseñado a formar, marchaban por
secciones y conocían tal o cual movimiento. Con toda urgencia, consiguió
distinguiesen ciertos toques de clarín, y en especial el de ataque, que en
aquél tiempo llamaban a degüello.
La estrategia de
Belgrano:
Se echó mano a la
inventiva para convertir a San Miguel de Tucumán en una fortaleza. El plan de
Belgrano era salir a enfrentar al enemigo fuera de la ciudad para sorprenderlo
y causarle la mayor cantidad de bajas, luego intentaría atrincherarse en la
urbanización para pactar una rendición conveniente.
Leyendo las
Memorias Póstumas de José María Paz se puede conjeturar que como estrategia, se
contaba además con la caballería gaucha, conocedora de los senderos de los
montes adyacentes para picar los escuadrones de Tristán obligándolos a
dispersar tropas para debilitarlos. Esta metodología tan utilizada
posteriormente en la guerrilla norteña .
En los brevísimos
días que quedaban, la ciudad se convirtió en un cuartel donde todo el mundo
estaba movilizado. Sin distinción de estados, sexo o edad, se ofrecían como
voluntarios. Se aprestaron hombres y cabalgaduras. La escasez de armas de fuego
se contrapesó, como ya vimos, con improvisados armamentos.
Las calles se
fosearon. Fueron reforzadas con la artillería de mayor calibre las esquinas de
la plaza. Se construyeron defensas por doquier en medio de un pandemonio de
órdenes y contra órdenes. Frenéticamente los criollos, comenzaron a regimentar
un improvisado ejército de milicias. Los habitantes de la ciudad, de alguna manera
imitaban lo que los porteños habían hecho en la defensa de Buenos Aires durante
las invasiones inglesas.
Las mujeres
cortaban géneros que se utilizarían para vendas de los heridos, se construían
camillas y catres. En suma, se organizaba un escenario de guerra. Hasta los
niños de corta edad participaban de los preparativos, mientras los jóvenes y
adultos recibían en esos pocos días una instrucción militar mínima.
Centauros de la
Independencia
La historiografía
tradicional, en líneas generales no ha dimensionado la entidad del rol de los
milicianos gauchos durante las dos grandes batallas durante la guerra por la
Independencia; aunque rendidos ante la evidencia, calificaron a la de Tucumán,
como “la más criolla de todas cuantas batallas se han dado en el territorio
argentino”, al decir de Vicente Fidel López.
Esa mañana se
formaron los milicianos de Salta, Jujuy y Tucumán, lado a lado, en una
hermandad de propósito; sabían que iban a derramar su sangre, como abono de una
nueva Nación, libre y soberana ante el mundo.
En la apreciación
del reconocido académico Manuel Lizondo Borda, el éxito de la batalla se debió
a diversos factores, entre ellos uno que califica como “extraordinario”: “…y es
la acción de la caballería gaucha, en su mayor parte, del ala derecha. Esta
llevó su carga, o mejor dicho su gran atropellada sobre el enemigo, de un modo
formidable. Fue como un huracán, pero más devastador y terrible. Con las lanzas
en ristre, a toda la furia de su caballada, haciendo sonar sus guardamontes y
dando alaridos, cargaron esos gauchos lo mismo que una tromba. Y nada pudo
oponerse a su paso. La caballería enemiga de Tarija, al verlos llegar se asustó
y huyó- ¡que legión de diablos! Ni la infantería española pudo contenerlos;
pasaron por encima y cuando se dio cuenta, los encontró en su retaguardia.
Nuestros gauchos, por lo tanto, atravesaron de parte a parte el ejército
enemigo como si fuera un matorral: se fueron hasta el fondo, ya del otro
lado…hasta donde estaban los bagajes y con ellos, las mulas cargadas de oro y
plata y de ricos equipajes del ejército real. Y ¿Qué hicieron entonces? Se
dispersaron para dedicarse a despojar de todo eso a nuestros enemigos. Este
hecho ha sido criticado acremente por el general Paz. La crítica valdría
tratándose de otra clase de tropa; pero no en este caso. Estamos pues, con
Aráoz de Lamadrid, cuando halla mal que Paz haga cargos, por eso, a jefes de
hombres como aquellos que carecían de disciplina y subordinación. Nuestra
caballería gaucha ha sido improvisada, como ya sabemos, en días anteriores, y
en su mayor parte eran hombres de campo, tan pobres como toscos. Y así, cuando
ellos se dieron con aquellas riquezas de sus enemigos, después de cumplir con
su deber, creyeron que tenían derecho a tomarlas. Y para tomarlas tenían que dispersarse.
Para nuestros gauchos esas riquezas eran su botín. Y bien sabemos que el botín,
por el cual peleaban las mesnadas del Cid, era un derecho sagrado que estaba en
la sangre de los antiguos españoles, que fueron abuelos de los criollos.
Finalmente ¡quién
sabe si, el haber quedado el ejército realista sin plata ni equipaje en tierra
hostil, no contribuyó eficazmente a acobardarlo y a hacerlo retirarse, dándose
por vencido!...en esa tarde y en todo el día 25 es notable, por no decir
incomprensible, la inacción o mejor, el marasmo de Tristán y sus tropas. Las
razones debieron ser varias, siendo una principal el haberse perdido su parque
y estar sin municiones. Pero otra importante pudo ser, desde luego, el espíritu
ya acobardado de los soldados españoles. ¿Por qué? Por diversos motivos
también; no siendo uno de los menores, en nuestro entender, el miedo o casi el
terror que les infundieron nuestros gauchos: por lo que hicieron y por lo que
hacían…porque éstos, después de su carga y dispersión, andaban en partidas por
el campo y sus alrededores, dedicados a una prolija y metódica limpieza de
enemigos sueltos. Por eso muchos, antes que caer en sus manos, iban y se
entregaban prisioneros en el primer rancho que encontraban, aunque en él sólo
hubiese desvalidas mujeres”…
El general José
María Paz dejó escrito que en misión de reconocimiento por las faldas de la
montaña, fue salvado de una muerte segura por el propio “Chocolate” Saravia,
quien literalmente ensartó con su facón al realista que estaba por ultimarlo,
cargando al galope y haciéndolo volar por los aires.
Corolario
Glorioso:
He transcripto el
comentario íntegro de Lizondo Borda, porque encuentro precisos sus conceptos.
Palmariamente, la pérdida del convoy con los armamentos, riquezas y bastimentos
de los realistas, definió aquella batalla. El general Pío Tristán y Moscoso, a
pesar de que pudo reorganizar la mayoría de sus tropas, veía imposible sostener
un sitio a la ciudad de Tucumán por carecer de esos pertrechos vitales.
Sin aquella carga
memorable que descalabró las líneas de un Ejército abrumadoramente superior,
seguramente otro hubiera sido el resultado de la jornada del 24 de septiembre
de 1812.
En el campo de
honor, quedaron los cuerpos de decenas de criollos; esa noche codo a codo, los
gauchos del norte, reunidos en los improvisados fogones, curaron sus heridas y
se dispusieron a concluir la misión. Pero ya Pío Tristán se retiraba hacia
Salta con su derrotado ejército, siendo picada su retaguardia en gran parte del
camino, por partidas gauchas que los atacaban como saetas y se retiraban al
abrigo de los montes.
Los meses que
siguieron fueron de severa instrucción militar, comandados por oficiales
conocedores del arte de la guerra. Algunos gauchos fueron sumados al batallón
de “Dragones Ligeros de la Patria”, los más siguieron a sus jefes naturales,
algunos ya con grado militar ganado en combate.
Consecuencias:
Es la Batalla más
importante de las acontecidas en el actual territorio nacional, en ella se
salvó la Revolución Sudamericana. Bartolomé Mitre escribió al respecto: “En
Tucumán salvose no sólo la revolución argentina, sino que puede decirse
contribuyó de una manera muy directa y eficaz al triunfo de la independencia
americana, Si Belgrano, obedeciendo las órdenes del gobierno, se retira (o si
no se gana la batalla) , las provincias del Norte se pierden para siempre, como
se perdió el Alto Perú para la República Argentina ”.
Otra de las
consecuencias directas de la Batalla de Tucumán fue la caída del Primer
Triunvirato, desacreditado entre otras cosas por haber intentado abandonar a
los pueblos del Norte.
Gracias al armamento
tomado al Ejército Realista en el campo de Batalla, se pudo armar la fuerza
militar patriota que el 20 de Febrero de 1813, venció a las órdenes del general
Manuel Belgrano al general Pío Tristán en la decisiva Batalla de Salta.
José María Posse
Abogado/
Escritor/ Historiador
Miembro del
Instituto Belgraniano de Tucumán
Ilustraciones:
César Carrizo, docente historietista.
Miembros del Equipo de Historia, Identidad y Cultura de la DAT 2021-